El auge de la inteligencia artificial generativa está provocando inquietudes en torno a su impacto ambiental y social. Así lo señala un reciente informe del Government Accountability Office (GAO) de Estados Unidos, que destaca la falta de datos precisos que dificultan la evaluación de sus efectos sobre el medio ambiente y la humanidad. ¿Estamos realmente preparados para enfrentar las consecuencias de estas tecnologías que avanzan a pasos agigantados?
La rápida evolución de la inteligencia artificial a menudo supera la capacidad de las instituciones para medir sus implicaciones. El GAO, que asesora al Congreso estadounidense, ha lanzado una advertencia: las empresas del sector no están proporcionando la información necesaria para valorar adecuadamente aspectos cruciales como la consumo energético o las consecuencias sociales de estas innovaciones. En medio de un contexto donde la administración actual fomenta la adopción de la IA en el sector público, las preguntas sobre el impacto a largo plazo permanecen sin respuesta.
La falta de datos dificulta la evaluación del impacto ambiental de la IA
El informe del GAO es contundente: la falta de información sobre el consumo de energía y las emisiones de CO2 generadas por las IA es alarmante. Aunque se reconoce que el entrenamiento y uso de la IA generativa pueden representar un considerable gasto energético, las cifras concretas son escasas. ¿Por qué los desarrolladores como OpenAI o Anthropic no comparten estos datos?
La opacidad en la información impide que investigadores independientes analicen de manera rigurosa el impacto ecológico de estas tecnologías. Aunque algunos estudios abordan el consumo energético durante la fase de entrenamiento, el uso cotidiano de estas IA, que también consume grandes cantidades de recursos, permanece en gran medida sin documentar.
Un aspecto menos considerado es el uso de agua en el enfriamiento de los centros de datos. En regiones donde el agua es escasa, la expansión de estas infraestructuras para soportar la IA podría intensificar conflictos por recursos hídricos. La falta de una evaluación sistemática en este ámbito es preocupante.
El GAO hace un llamado a aumentar la transparencia en las prácticas de las empresas tecnológicas. Sin políticas públicas que regulen el desarrollo de la IA, el crecimiento de esta tecnología podría continuar sin que se midan sus efectos sobre el medio ambiente.
Consecuencias humanas de la IA generativa aún en la sombra
El informe del GAO también aborda los riesgos humanos asociados con la IA generativa, que incluyen la eliminación de empleos, la propagación de información errónea y amenazas a la privacidad y ciberseguridad. A pesar de las advertencias sobre el posible desplazamiento de trabajadores y la difusión de desinformación, la falta de datos precisos dificulta la comprensión completa de estos riesgos.
La agencia subraya que el uso de modelos sesgados puede tener repercusiones en decisiones críticas, como la concesión de créditos o el acceso a servicios de salud, y que estas consecuencias podrían perpetuarse a lo largo de generaciones. Sin embargo, hasta que las empresas no proporcionen información sobre sus algoritmos y entrenamientos, la evaluación de estos riesgos seguirá siendo insuficiente.
El entorno político tampoco contribuye a frenar esta problemática. Con la administración actual promoviendo la integración de la IA en el sector público y desmantelando regulaciones anteriores, la situación se vuelve aún más compleja. La falta de compromiso con acuerdos internacionales sobre IA solo agrava la incertidumbre.
El GAO concluye haciendo un llamado a la necesidad de más investigaciones independientes y a establecer estándares de transparencia más rigurosos para las empresas del sector.