La inteligencia artificial está más de moda que nunca. No hay rincón del mundo tecnológico que no hable de ella, desde las bolsas de valores hasta las predicciones de futuro. Pero, ¿qué hay detrás de esa cortina brillante? Muchos se preguntan de dónde sacan las empresas y los investigadores sus datos de entrenamiento. La respuesta es incómoda: los datos vienen de personas que trabajan en condiciones precarias. Y el Lieferkettengesetz alemán era una luz al final del túnel para ellos. Pero ahora, esa luz parece haberse apagado.
La Lieferkettengesetz, o Ley de Diligencia Debida en la Cadena de Suministro, es una legislación alemana que obliga a las empresas a garantizar el respeto de los derechos humanos y las normas medioambientales a lo largo de sus cadenas de suministro.
El objetivo principal de esta ley es mejorar la protección de los derechos de las personas que producen bienes para el mercado alemán, asegurando que las empresas identifiquen y aborden riesgos relacionados con violaciones de derechos humanos y daños medioambientales en sus operaciones y cadenas de suministro.
Estamos viendo un giro inesperado en valores que antes parecían inquebrantables. Durante años, los gobiernos apostaron por el respeto al medio ambiente y por una economía más justa, pero ahora, frente a una economía tambaleante, han cambiado de rumbo. Desde que Trump llegó a la Casa Blanca, muchos líderes europeos también han comenzado a cantar la misma canción: un estado más liviano, que no haga demasiadas preguntas y que priorice a los ciudadanos locales.
El Lieferkettengesetz: ¿Un sueño que se desvanece?
El Lieferkettengesetz era la esperanza de muchos, pero ahora parece haber caído en el olvido. Olaf Scholz ya había anunciado en octubre de 2024 sus intenciones de enterrar la versión alemana, y ahora la UE se suma a la fiesta. Ursula von der Leyen, presidenta de la Comisión Europea, ha decidido posponer y “suavizar” la Directiva de Cumplimiento de Sostenibilidad Empresarial (CSDDD) durante al menos un año. ¿Y qué pasa con el LkSG de Alemania? La respuesta es que su futuro es tan incierto como el del propio LkSG.
Las grandes empresas, que podrían haber manejado el LkSG sin problemas, ahora pueden relajarse hasta junio de 2029, cuando se espera que entren en vigor las nuevas reglas europeas. Pero, ¿quién se beneficia de esto? Aquellos que luchan para que sus condiciones laborales sean reconocidas y mejoradas.
Un movimiento que podría haber cambiado vidas
El Lieferkettengesetz prometía dar visibilidad a quienes, en la sombra, contribuyen a nuestro bienestar diario. Hablamos de trabajadores anónimos que identifican imágenes para entrenar a las inteligencias artificiales. Desde logísticas que desean que sus drones aterricen sin problemas hasta los coches autónomos que necesitan reconocer la entrada de un hogar y no el jardín. Una legión de trabajadores invisibles que han hecho posible el avance tecnológico que disfrutamos hoy.
Estos “clickworkers” han proporcionado datos vitales a sistemas como ChatGPT, trabajando sin sindicatos, sin sueldo mínimo y sin condiciones laborales dignas. A menudo, son reclutados por agencias que prometen trabajos desde casa, pero que se convierten en trampas. La presión es inmensa, y la vigilancia es constante: deben demostrar que son ellos, no alguien más, quien está frente a la pantalla mientras realizan las tareas que les asignan. Seguro que disfrutas de este magnífico reportaje de DW para profundizar en este tema:
El silencio que rodea a la industria
Las investigaciones sobre estas condiciones laborales suelen encontrar un muro de silencio. Las grandes empresas tecnológicas invierten miles de millones, mientras que los trabajadores en países como Filipinas, India y Centroamérica se ven obligados a etiquetar contenido a menudo perturbador. La clasificación de datos es esencial para que la IA funcione, pero el costo humano es alarmante.
Una investigación reciente de la Universidad de Oxford reveló que los clickworkers ganan apenas 2,15 dólares por hora, lo cual, en lugares como Kenia, puede parecer atractivo, pero no compensa el esfuerzo emocional y psicológico que implica su trabajo. Los autores de un documental sobre este tema enfrentaron enormes dificultades para encontrar testigos dispuestos a hablar. La realidad es que el secreto y el miedo mantienen a muchos callados.
Transparencia y seguridad, una necesidad urgente
El Lieferkettengesetz podría haber sido un primer paso hacia la transparencia en un sector lleno de sombras. Las agencias que ofrecen estos trabajos no utilizan los datos que generan, sino que los venden a terceros, dejando en la oscuridad si esos datos fueron manipulados o no. Esto es peligroso, especialmente cuando se trata de sistemas de IA que pueden estar involucrados en decisiones críticas, incluso de seguridad.
Es evidente que algún día necesitaremos regulaciones claras y globales sobre estas cadenas de suministro, sobre todo cuando un incidente grave revele las fallas de un sistema mal entrenado. Porque al final, no se trata solo de ética, sino de garantizar nuestra seguridad.