La inteligencia artificial, como ChatGPT, está comenzando a desempeñar un papel significativo en el ámbito de la salud, no solo por su capacidad técnica, sino porque elimina barreras como el tiempo y el agotamiento que enfrentan los médicos.
Kate Pickert, periodista y ahora profesora de periodismo, recuerda su experiencia hace diez años cuando fue diagnosticada con cáncer de mama. Durante ese tiempo, necesitó respuestas rápidas sobre sus tratamientos y efectos secundarios, pero a menudo solo recibía respuestas automáticas de su oncólogo. En momentos críticos, esos retrasos se sentían interminables.
Reflexionando sobre esa situación, Pickert se pregunta cómo habría cambiado su experiencia si herramientas como ChatGPT hubieran estado disponibles. Un sistema que estuviera disponible todo el día, capaz de desglosar términos médicos y ofrecer un tono comprensivo podría haber marcado la diferencia. Esta reflexión se convierte en el eje central de un ensayo que publicó recientemente en Bloomberg.
Más allá de la eficiencia en la atención médica
Según Pickert, el uso de la inteligencia artificial en el sector salud ha sido considerado principalmente como una forma de aumentar la eficiencia: facilitando diagnósticos, automatizando la documentación y analizando datos. Sin embargo, su mayor valor podría residir en el fortalecimiento de la conexión humana en la atención a los pacientes.
Un ejemplo claro de este enfoque se encuentra en la historia de Rachel Stoll, quien padece el síndrome de Cushing. Después de una experiencia médica frustrante, decidió consultar a ChatGPT. Para su sorpresa, no solo recibió información médica precisa, sino también respuestas que mostraban empatía, como “Eso debe ser frustrante” y “Lamento escuchar eso”. Sin límites de tiempo ni distracciones, la máquina ofreció un apoyo que a veces escasea en el ámbito médico.
Conversaciones digitales con inteligencia emocional
La idea de que los modelos de lenguaje pueden mostrar más empatía que algunos médicos ha sido respaldada por investigaciones recientes. Un estudio de la Universidad de Nueva York reveló que los pacientes consideraron que las respuestas de los chatbots eran más empáticas que las de los médicos. Esto parece deberse a factores estructurales, como las limitaciones de tiempo y las cargas administrativas que a menudo impiden que los profesionales de la salud expresen empatía en su rutina diaria.
Esto se vuelve más evidente en pruebas concretas. El Dr. Jonathan Chen de la Universidad de Stanford sometió a ChatGPT a un dilema ético de su práctica: un paciente con demencia que ya no podía tragar. La respuesta del sistema fue tan matizada y compasiva que Chen se sorprendió, comentando que el chatbot ofrecía un mejor consejo que él mismo en la vida real. Para él, se convirtió en una oportunidad de aprendizaje en un entorno de bajo riesgo para practicar conversaciones difíciles.
Un apoyo para el cuidado más humano
En el centro del argumento de Pickert está la aparente paradoja de que, al automatizar ciertos procesos, se puede lograr una atención más humana.
Al liberar a los médicos de tareas rutinarias como tomar notas o redactar informes médicos, la IA podría permitirles enfocarse en lo que realmente importa: brindar atención y consideración a sus pacientes.
La inteligencia artificial ya se utiliza en diagnósticos, como en la interpretación de radiografías. Sin embargo, su potencial como herramienta de comunicación se sigue subestimado, a pesar de ser uno de los aspectos donde se necesita más mejora. Cuando una máquina plantea preguntas que un humano podría haber olvidado, el problema no radica en la IA, sino en el sistema que creó esa necesidad.