¿Alguna vez has pensado en la huella ecológica de las tecnologías que usas a diario? La realidad es que la infraestructura detrás de tus aplicaciones y navegadores favoritos consume cantidades masivas de energía. Los centros de datos, ubicados en parques empresariales y a las afueras de las ciudades, son los responsables de un gran porcentaje de las emisiones globales de gases de efecto invernadero, incluso superando a los vuelos comerciales.
Un ejemplo impactante es el caso de los 5 mil millones de visitas en YouTube para la canción viral «Despacito» en 2018, que usaron la misma cantidad de energía que se necesitaría para calentar 40.000 hogares en Estados Unidos durante un año. Este consumo energético masivo refleja un lado oscuro de la industria tecnológica, que aunque contribuye al objetivo de alcanzar el net zero con innovaciones como los medidores inteligentes y los paneles solares eficientes, también deja una huella ambiental significativa.
Los grandes modelos de lenguaje como ChatGPT son especialmente voraces en términos de energía. Según investigaciones, se necesitaron alrededor de 700.000 litros de agua para enfriar los equipos que entrenaron a ChatGPT-3 en las instalaciones de datos de Microsoft. Es alarmante cómo la industria tecnológica ha glorificado sus logros, ocultando su lado más feo, desde la evasión de impuestos hasta la invasión de la privacidad y la explotación de nuestra capacidad de atención.
Las ambiciosas expansiones de centros de datos por parte de gigantes tecnológicos como Google y Meta subrayan aún más la naturaleza intensiva en energía de esta industria, elevando preocupaciones sobre un posible aumento considerable en el consumo de energía. Además, la búsqueda de electricidad más barata podría llevar a estas empresas a establecer sus centros de datos en regiones con menor costo eléctrico, como el sur de Estados Unidos, exacerbando los problemas de consumo de agua en zonas áridas.
Desafíos y consideraciones en la extracción de recursos para la tecnología
Además de la energía, la tecnología moderna depende en gran medida de minerales esenciales como el litio y el cobalto, comúnmente asociados con las baterías del sector automotriz, pero también cruciales para las baterías de los centros de datos. La extracción de estos minerales es un proceso que consume cantidades significativas de agua y puede causar contaminación que pone en riesgo la seguridad hídrica. Más preocupante aún es que estas prácticas de extracción están a menudo vinculadas a violaciones de derechos humanos y malas condiciones laborales.
La búsqueda de un equilibrio entre la reducción de la dependencia de los combustibles fósiles y la preservación de recursos esenciales como el agua es un reto considerable. En lugares como el Reino Unido, la red eléctrica desactualizada está frenando proyectos esenciales como la construcción de viviendas asequibles. Por ejemplo, en Bicester, los planes para construir 7.000 nuevas viviendas fueron suspendidos porque la red eléctrica no tenía la capacidad suficiente para soportar la demanda adicional.
La presión sobre la red eléctrica aumentará a medida que más hogares se alejen de los combustibles fósiles y dependan más de la electricidad. Este dilema subraya la importancia de que las políticas gubernamentales no solo apoyen a las empresas por sus innovaciones, sino que también exijan transparencia y responsabilidad ambiental. Las empresas tecnológicas deben ser más abiertas sobre el uso de recursos y el impacto ambiental de sus expansiones.
Es crucial que los gobiernos evalúen a las organizaciones con las que colaboran y financian, asegurándose de que sus acciones beneficien tanto a las personas como al planeta. La implementación de políticas de apoyo condicionadas podría fomentar una mayor responsabilidad corporativa en las cadenas de suministro globales de minerales, asegurando el cumplimiento de los derechos humanos.
Afrontar los desafíos de la sostenibilidad tecnológica requiere un enfoque holístico y flexible, integrando conocimientos a todos los niveles, desde local hasta global. Solo así se podrán mitigar de manera efectiva los impactos ambientales significativos de la industria tecnológica.