¿Alguna vez te has preguntado cuánta energía consume realmente la inteligencia artificial? Pues bien, se han publicado recientemente datos que arrojan luz sobre este tema tan candente. Y vaya si da que pensar…
Las proyecciones sobre el consumo energético de la IA generativa son, cuanto menos, alarmantes. ¿Te imaginas que para el 2027 el uso de energía de la IA se multiplique entre 15 y 23 veces? Pues eso es exactamente lo que algunos expertos están pronosticando.
El CEO de Arm, Rene Haas, se ha atrevido a lanzar una estimación que suena a ciencia ficción: para 2030, la IA podría ser responsable de entre el 20 y el 25% de los requisitos energéticos de Estados Unidos. ¿Te das cuenta? Estamos hablando de unos 1.000 TWh al año. ¡Una barbaridad!
Crear 1.000 imágenes con IA consume tanta energía como conducir un coche unos 6,4 kilómetros. ¿Merece la pena?
Ahora bien, ¿debemos tomarnos estos pronósticos al pie de la letra? Quizá debamos ser cautelosos. En el mundo de la tecnología, seis años son una eternidad. ¿Quién sabe qué avances en eficiencia energética podrían surgir en ese tiempo? Además, para que estas proyecciones se cumplan, la IA tendría que demostrar unos resultados económicos igualmente impresionantes. Y eso, amigos míos, está aún por ver.
Comparando el consumo: IA vs. Criptomonedas y electrodomésticos
¿Alguna vez te has parado a pensar cuánta energía consume tu nevera? Los electrodomésticos que usamos a diario son auténticos «tragones» energéticos. Pero, ¿cómo se compara esto con la IA? Vamos a echarle un vistazo.
Los refrigeradores y aires acondicionados, esos fieles compañeros de nuestros hogares, se llevan nada menos que el 17% y el 20% de la demanda eléctrica mundial, respectivamente. ¡Menudo bocado! Pero claro, ¿quién se atrevería a cuestionar la necesidad de mantener los alimentos frescos o de combatir el calor sofocante del verano?
Ahora bien, cuando hablamos de criptomonedas, la cosa cambia. Según la Agencia Internacional de Energía, la minería de criptomonedas se tragó unos 110 TWh de electricidad en 2022. ¿Y adivina qué? Esa cifra está en línea con lo que se proyecta que consumirá la IA en 2027.
Pero aquí viene lo interesante: el consumo energético de las criptomonedas ha ido subiendo y bajando como una montaña rusa, siguiendo de cerca el precio del Bitcoin. ¿Te acuerdas de aquellos titulares alarmistas que decían que el Bitcoin usaría toda la energía del mundo para 2020? Pues ya ves, aquí estamos, y el apocalipsis energético no ha llegado… todavía.
¿Y qué hay de la IA? Pues agárrate, porque según la AIE, una consulta a ChatGPT consume unas 10 veces más energía que una búsqueda estándar en Google. La pregunta del millón es: ¿vale la pena? Si la IA te recomienda poner pegamento en la pizza (sí, eso pasó), pues como que no, ¿verdad?
Y si hablamos de generar imágenes con IA, la cosa se pone aún más interesante. Crear 1.000 imágenes con IA consume tanta energía como conducir un coche unos 6,4 kilómetros. ¿Merece la pena? Bueno, eso dependerá de si las imágenes son obras maestras o si salen con demasiados dedos o desnudos accidentales (que también ha pasado, por cierto).
El futuro de la IA: Entre la utilidad y el derroche energético
¿Podrá la IA justificar su existencia económica a largo plazo? Resulta que ahora mismo, las firmas de capital riesgo están tirando dinero a mansalva a cualquier cosa que huela remotamente a IA. Es como si estuvieran en una fiesta loca repartiendo billetes. Pero, ¿qué pasará cuando se acabe la música y tengamos que justificar todo ese gasto energético? Ahí está el quid de la cuestión.
A medio y largo plazo, los sistemas de IA tendrán que demostrar que generan ingresos y aumentan la productividad lo suficiente como para justificar toda esa inversión en servidores, personal y, sí, electricidad. ¿Podrán hacerlo? Esa es la pregunta del millón de dólares (o de teravatios-hora, en este caso).
Pensemos en las búsquedas web, por ejemplo. ¿Vale la pena gastar 10 veces más energía en una consulta de ChatGPT que en una búsqueda normal de Google? Si un sistema de IA alucina información incorrecta o peligrosa, ninguna cantidad de energía, por pequeña que sea, justifica el resultado.
La clave está en encontrar el equilibrio. ¿Podrá la IA demostrar su valía y justificar su voraz apetito energético? El tiempo lo dirá, pero una cosa está clara: el futuro de la IA está íntimamente ligado a su eficiencia energética.
Y tú, ¿qué opinas? ¿Crees que la IA logrará justificar todo ese consumo energético? ¿O piensas que acabará siendo un gigante con pies de barro? Sea como sea, una cosa es segura: el debate sobre el consumo energético de la IA no ha hecho más que empezar. Y nosotros estaremos aquí para contártelo.