¿Puede una máquina poseer la capacidad legal para ser reconocida como inventora? La Oficina de Patentes y Marcas de los Estados Unidos (USPTO, por sus siglas en inglés) ha dado una respuesta clara: solo los seres humanos califican para recibir protecciones de propiedad intelectual.
Esta decisión llegó a través de una guía que, aunque no es una regla inquebrantable, pronto se incorporará al registro federal. La razón detrás de esta postura es tanto legal como fundamental: las patentes tienen como objetivo incentivar y recompensar el ingenio humano, no el de las máquinas. Pero, ¿es tan obvio como parece? Si pensamos en cómo las corporaciones son tratadas como personas en ciertos contextos legales, ¿por qué no una IA?
La pregunta de si una IA puede ser considerada un «individuo» en el contexto de las patentes ha sido un tema de debate. Sin embargo, la USPTO ha establecido que, a pesar de que las invenciones asistidas por IA no son «categóricamente no patentables», los sistemas de IA en sí mismos no pueden ser considerados inventores. Al menos un humano debe ser nombrado como inventor en cualquier reclamo de patente. Esto plantea otra interrogante: ¿qué significa realmente contribuir significativamente a una invención en la era de la IA?
El debate sobre la IA y su rol en la creación de patentes
¿Cómo deben las leyes de propiedad intelectual adaptarse a una era donde la IA no solo asiste, sino que potencialmente puede liderar el proceso creativo?
La Oficina Europea de Patentes (EPO) y el Tribunal de Apelaciones de Inglaterra y Gales enfrentan estos desafíos al negar las solicitudes de patente donde una IA es nombrada como inventora. Estas decisiones subrayan una pregunta fundamental: ¿es la capacidad de inventar exclusiva de los humanos? Y si una IA realiza una invención, ¿bajo quién recae la propiedad intelectual?
La respuesta no es sencilla. Mientras algunos argumentan que las leyes actuales son suficientes, adaptándose naturalmente a la evolución tecnológica, otros abogan por reformas que reconozcan las contribuciones únicas de la IA. Sin embargo, un aspecto es claro: la colaboración entre humanos y máquinas está redefiniendo los límites de la creatividad y la innovación.