Según un artículo publicado por Bloomberg, la inteligencia artificial (IA) tiene el potencial de hacer que los conflictos sean más letales y difíciles de controlar. La visión de analistas de un futuro donde las máquinas pilotan aviones de combate con mayor destreza que los humanos, o donde ataques cibernéticos habilitados por IA devastan redes enemigas, es cada vez más tangible. Estas tecnologías avanzadas podrían acelerar la toma de decisiones a tal punto que podrían desencadenar una escalada rápida e incontrolable, incluso a nivel nuclear.
Pero, ¿es realmente una novedad que la tecnología incremente la intensidad de los combates? La historia de la guerra está llena de innovaciones que han hecho los conflictos más rápidos y brutales. Desde la artillería pesada hasta las armas nucleares, cada avance ha llevado la guerra a nuevos niveles de ferocidad. Por lo tanto, aunque la IA ciertamente cambiará la guerra, debemos ser cautelosos al asumir que hará la escalada incontrolable.
De hecho, la IA podría reducir el riesgo de escalada desenfrenada al proporcionar a los líderes una visión más clara en momentos de crisis. El Pentágono, por ejemplo, cree que las herramientas analíticas habilitadas por IA pueden ayudar a los humanos a clasificar información confusa o fragmentaria sobre las preparaciones enemigas para la guerra. Esta capacidad podría mitigar la incertidumbre y el miedo que a menudo llevan a reacciones extremas.
Un ejemplo de esta capacidad es cómo la inteligencia artificial ayudó a los analistas estadounidenses a detectar la invasión de Ucrania por parte de Rusia en 2022. Esta asistencia permitió una comprensión más profunda de los eventos, lo que a su vez podría mejorar la capacidad de los responsables de la toma de decisiones para gestionarlos de manera efectiva.
¿La IA fortalecerá a las autocracias o democratizará el poder?
Bloomberg plantea una inquietante pregunta: ¿la inteligencia artificial ayudará a las autocracias a controlar el mundo? Analistas como Yuval Noah Harari advierten que la IA podría reducir los costos y aumentar los beneficios de la represión. Equipados con IA, los servicios de inteligencia necesitarían menos personal para analizar la vasta cantidad de datos que recopilan, permitiéndoles mapear y desmantelar redes de protesta con precisión. Además, tecnologías como el reconocimiento facial habilitado por IA permitirán a los regímenes autoritarios monitorizar y controlar a sus ciudadanos de manera más eficaz.
Un ejemplo claro de esta tendencia es el sistema de crédito social de China, que utiliza IA, reconocimiento facial y big data para regular el comportamiento de los ciudadanos, afectando su acceso a préstamos y boletos de avión. La vigilancia asistida por IA ha convertido a Xinjiang en un modelo distópico de represión moderna, demostrando cómo la tecnología puede ser utilizada para mantener el control sobre la población.
Sin embargo, no es una conclusión inevitable que las autocracias se beneficien más de la IA. Para que la inteligencia artificial funcione eficazmente, necesita acceso a grandes cantidades de información y un entorno que fomente la innovación. La censura en Internet en China y el entorno político cada vez más represivo podrían limitar su capacidad para desarrollar tecnología avanzada. Muchos de los principales investigadores de IA en Estados Unidos son originarios de China, lo que muestra que el talento fluye hacia entornos más abiertos y libres.
Por lo tanto, aunque China será un competidor formidable en tecnología, su sistema autocrático puede ser un lastre para su progreso. En contraste, los países con sistemas más abiertos pueden beneficiarse de un flujo constante de talento e innovación, lo que podría equilibrar el campo de juego en la era de la IA.
¿El sector privado superará al público en la carrera por la IA?
El artículo también destaca cómo la IA está cambiando la dinámica entre el sector público y el privado. A diferencia de las armas nucleares, cuya desarrollo estuvo dominado por proyectos gubernamentales como el Proyecto Manhattan, la IA se encuentra principalmente en manos del sector privado. Las grandes empresas tecnológicas como Alphabet, Microsoft y Meta están a la vanguardia de esta revolución, con inversiones masivas en infraestructura y talento.
El gobierno de Estados Unidos es consciente de esto y ha comenzado a debatir cómo regular la IA para fomentar la innovación mientras se limita el uso maligno y se previenen accidentes catastróficos. La colaboración entre el sector público y el privado es crucial, ya que gran parte del desarrollo y la innovación provienen de empresas privadas.
Un ejemplo claro de la influencia del sector privado es cómo la inteligencia artificial ayudó a los analistas estadounidenses a detectar la invasión de Ucrania por parte de Rusia en 2022. Esta asistencia permitió una comprensión más profunda de los eventos, lo que a su vez podría mejorar la capacidad de los responsables de la toma de decisiones para gestionarlos de manera efectiva.
Además, iniciativas como la Fusión Civil-Militar de China intentan asegurar que el estado pueda dirigir y explotar la innovación del sector privado. Aunque Estados Unidos, como democracia, no puede replicar completamente este enfoque, la concentración de poder en las grandes empresas tecnológicas provocará una respuesta gubernamental en los próximos años. Se espera un énfasis creciente en ayudar al Pentágono a estimular el desarrollo de tecnologías relevantes para la defensa y facilitar la transición de la innovación del sector privado a armas efectivas.